Antes de empezar con el »capítulo» he de decir que estoy realmente sorprendido por la cantidad de gente a la que le gustó la parte anterior, muchas gracias, me disteis muchas ganas de seguir escribiendo, he estado un poco liado y todavía lo estoy, pero bueno, he intentado hacerlo lo antes posible, espero que os guste.
—Te noto inquieta, Her-ma-ni-ta — Dijo con un tono entre siniestro y cansado.
Toda la tensión y el miedo se disiparon en el momento en que oí su voz, respiré hondo, me incorporé y respondí bastante molesta:
—No sé cómo se te ocurren estas tonterías, no aparezcas así de la nada, que un día me vas a dar algo.
—He venido lo antes que he podido, ¿sabes?, cuando te vi ayer parecías estar pasándolo bastante mal, ¿qué mejor que una bromita para entrar en escena?
—No tiene gracia, no seas tan infantil.
—Venga ya, tenemos el mismo estúpido sentido del humor, no te preocupes, no he venido aquí a joderte el sueño —Se acercó a la cama y me abrazó suave pero firmemente, me miró con una mirada tranquilizadora, sonrió y dijo —Estoy aquí, dispuesta a escuchar tus tonterías.
A pesar de lo molesta que estaba con ella por su comportamiento, sería mentir decir que no estaba deseando verla y hablar con ella, siempre encontraba la manera de hacer que me recuperara, de hacer que olvidara mis problemas por el rato que podíamos estar en contacto, así que sonreí tímidamente y empecé a hablar…
————————————————————————————————-
Nunca pensé que estas historias realmente pasaran, y mucho menos que algún día me pasarían a mi, llegó un día de la nada, de una manera tan estúpida que sólo a ella se le podría ocurrir, yo apenas tendría 9 o 10 años, no me acuerdo, estaba en mi habitación tumbada en mi cama, entró por la puerta, andando, y con una bocanada de determinación y una mirada temblorosa dijo:
—Hola…
No sé si fue el impacto que me dio su sola presencia, o su muy particular aspecto físico, me dio un buen susto, estaba confusa y grité instintivamente, cosa de la que me arrepentí en el instante en que la miré, en que nuestros ojos conectaron un par de segundos, momentos antes de que su mirada se apagara, se desconectara de la mía y se perdiera en el suelo, estaba asustada. No tardé en recibir una respuesta:
— ¡¿Estás bien, cariño?!
— ¡¿¡Qué pasa!?!
Gritaron mis padres, la chica me miró aterrorizada y me dijo en voz baja:
—P-por favor, tengo que hablar contigo, no les digas que estoy aquí, por favor, por favor…
No sé qué me hizo confiar en ella, no parecía tener malas intenciones, quizás me dio pena verla al borde de las lágrimas, pero aunque creía tener la mano dominante, en realidad era ella la que me había envuelto en su juego, no sabía quién era ni porque estaba allí pero alguien no se cuela en una casa para decir »Hola», aparte estaba el tema del físico, no podía ser casualidad, éramos demasiado parecidas para que fuera casualidad, la miré y asentí seriamente, le señalé la base de mi cama y le indiqué que se metiera debajo, tardé unos minutos en explicarle a mis padres que había sido una pesadilla, hasta que al final conseguí que se marcharan, cerré la puerta con la excusa de que me molestaba el sonido de la televisión, ella se levantó todavía inquieta, nuestros ojos conectaron otra vez y así estuvieron durante un tiempo que pareció eterno, sin decir nada, analizándonos con suma curiosidad, éramos cómo dos gotas de agua, noté en sus piernas algunos rasguños a medio curar y también un par de pequeñas marcas de golpes en su mano derecha, ella rompió el silencio mucho antes de que pudiera acabar de imaginar acerca de su situación.
—Hola, te sigo desde hace años, estoy bastante segura de que somos hermanas.
Era lo que me llevaba rondando la mente desde el momento en que la ví, y a la vez que me respondió esa pregunta, me generó mil más.
— ¿Cómo que me sigues?
—Cada vez que te miras al espejo yo estoy al otro lado, y cre… pensé que era importante hablar contigo aunque sólo fuera una vez —dijo con una mirada triste mientras ignoraba mis anteriores preguntas, cómo si recitara un parrafo aprendido de memoria — creo que no tengo mucho tiempo…
—No lo entiendo… ¿Por qué no tienes mucho tiempo?
—Hay más gente al otro lado del espejo, me han dicho que no podía permanecer aquí demasiado tiempo o sino…
Apenas alcanzaba a comprender el enorme universo en el que apenas acababa de meter la punta de la nariz, de hecho apenas podía entender las mismas palabras que me estaba diciendo, la miré con una cara de incredulidad y respondí con la más ignorante pregunta que ahora me doy cuenta que podría haber dicho.
—¿¡Hay personas en el espejo!?, Yo nunca he visto a nadie.
—No funciona así, el espejo de tu baño es uno, pero hay otros.
—¿Y cómo has podido pasar?
—Llevaba mucho tiempo queriendo conocerte, así que…—la mueca de sonrisa contenida que mantenía desde hace un rato se difuminó hasta desaparecer — … b-bueno, he estado recogiendo información para saber cómo venir, son una serie de pasos a seguir antes de poder traspasar el cristal.
—Ahhh… ¿Y cuando yo no estoy en el espejo qué haces?
—P-pues sólo soy tu reflejo cuando estás en el espejo, el resto del tiempo no estoy allí.
En ese momento creía haber entendido a grandes rasgos lo que decía, pensaba conocer su situación, aunque extraña y no muy bien explicada, pensaba haber captado las bases de su mundo, poco de correcto había en las ideas de mi cabeza, aunque eso no cambió para nada nuestra situación, después de eso nos volvimos a mirar durante unos segundos…
—Ohh… M-me tengo que ir ya… ha sido un placer conocerte —Dijo con una voz apagada a la vez que empezó a moverse buscando la puerta.
—¡Vuelve pronto! —Le dije con la voz lo más cordial que salió de mi boca.
Se paró un instante y giró un poco la cabeza, cómo mirándome de reojo, parecía más contenta que antes.
—¡S-si, lo haré¡
Salió de mi habitación tranquilamente, no fui a despedirla al espejo, ni ese día ni nunca, más adelante me dijo que no funcionaría si yo estaba delante, y desde entonces nos empezamos a ver cada cierto tiempo, a veces cada pocos días y a veces cada mes, cuantas más veces venía más tiempo se podía quedar según me dijo, cosa que me encantaba, cómo si se fuera adaptando o fuera una especie de entrenamiento, antes de acostarme ese día fui a la habitación de mi otra hermana y le pregunté acerca de mi gemela, me costó un buen rato hacer que hablara, cuando lo hizo me dijo:
—No sé quién te lo ha dicho, Papá y Mamá han movido cielo y tierra para que no te enterases, tenías una hermana gemela, nuestros padres… bueno… —sus ojos empezaron a humedecerse —No pudieron… —Dejó de hablar y me echó de su habitación, quizás porque no quería herir mi sensibilidad, o para que no la viera llorar, pero cómo tanto yo me imaginé en ese momento cómo tú lo estás haciendo ahora, sí, mi hermana murió, a penas nacer.